diumenge, 25 de maig del 2014

EL SEMÁFORO

VERDE. Juan reparó en el semáforo que había junto al sofá y lo achacó a su suegra. “Otra chifladura más” –pensó- y bebió un largo sorbo de vino. Probó la verdura y la escupió de nuevo al plato. Desde que María se había traído a su madre a vivir con ellos, no daba pié con bola. Estaba más que harto. Pegó otro trago y le sacó el tema. Le recordó aquella vez que la vieja se había dejado el gas abierto y aquella noche en la que había tenido que salir a buscarla en mitad de un aguacero. Y ya puestos, le echó en cara que hacía tres meses que no hacían el amor porque su madre tenía la mala costumbre de colarse en su dormitorio sin avisar.

AMBAR. Juan ya no podía detenerse. Más vino. Y un torrente de reproches dio paso al desprecio. Y luego vinieron los gritos. Y los insultos. Y la bofetada de revés.


ROJO. Al ver el labio ensangrentado de María, Juan sintió que sus mejillas enrojecieron de pura vergüenza y enmudeció.


CONSTRICCIONES:
1. Descontextualización de un objeto cotidiano.

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