Aquella tarde el cielo era gris.
Un gris apagado y ominoso como una mortaja. María comprobó que no hubiera nada
que pudiese manchar sus inmaculados pantalones blancos y tomó asiento en el
banco que solía, aunque apenas hubiese niños jugando en el parque.
Un copo de nieve cayó flotando.
María extendió la mano e intentó recogerlo, pero el copo se extinguió entre sus
dedos. Últimamente, se dijo, mientras ocultaba las manos en su regazo, su
cuerpo no albergaba más que muerte.
La mancha roja que mancillaba la
entrepierna de sus pantalones confirmaba que, de nuevo, nadie había escuchado
sus plegarias.
Constricciones iniciales:
Extensión: Cien palabras.
Menciones:
Relato escogido finalista semanal del programa Wonderland de RNE4